El PNV aparece estos días como una víctima más de Pedro Sánchez. Ante cada acercamiento del PSOE a EH Bildu es imposible no pensar en perder de vista ante el pánico de lehendakaritza en las elecciones de 2024. Sin embargo, el poder del partido de Aitor Esteban ya no está vigente en Japón sólo por la popularidad del país abertzale. Ese incalificable PNV, que en 2018 fue capaz de derribar como una pluma los años de Mariano Rajoy, se sitúa en el final de ciclo de la política española.
Basta una foto del dominio penevista. Julio de 2020. La Moncloa organiza la Conferencia de Presidentes Autonómicos en San Millán de la Cogolla (La Rioja). la asistencia de lehendakari Así lo confirmó Urkullu, pero esa misma mañana saltó la noticia: “El Gobierno ha firmado un pacto sobre la cuestión de la deficiencia de tanques y la capacidad de extinción”. El PNV había descubierto su capacidad para cantar hasta el final, dando por sentado que Ajuria Eneas estaba cerca del encuentro y podría llegar a tiempo, si así lo registraba. Los peneuvistas se afiliaron al PP y al PSOE en Madrid, después de que el independentismo catalán decidiera presentarse en el gobierno entre 2015 y 2018, cuando solo confiaban sus votos a un referéndum.
Sin embargo, el PNV no puede ser un socio tan formidable, ya que el contexto en el que se encuentra actuando tiene su decisiva capacidad negociadora en el Congreso. Con el regreso de Junts y ERC a la ruedo pactista, y de Bildu al mandato de su normalización política, los penevistas vieron un partido mayor en la cuadratura de la frankenstein. Y esta pérdida fue inconveniente en Sabin Etxea desde la última vez: Andoni Ortúzar protestó en Mayo afirmando que Sánchez trataba a sus asociados como a un “kleenex”, completando “muy poco” con ellos, por lo que Vox les siguió con mucho peso para dejar al PSOE arrastrado por el Partido Popular.
En verdad, no es falso que Sánchez jugara al diezmar a sus socios parlamentarios. En 2020, el líder del PSOE unió dos bandas entre Ciudadanos y ERC, provocando la caída de ambas al vender más barato siendo éste el socio elegido y exhibiendo logros ante el electorado. Demuestra hasta qué punto es posible revertir la capacidad de canto de los partidos minoritarios, cuando esto se hace por el favor del gobierno de turno. El propio José María Aznar amplió sus alianzas con Convergencia i Unió, PNV y Coalición Canaria en 1996, que tenían más miembros de los necesarios, limitando así la capacidad de CiU para obtener transferencias.
Sánchez parece apostatar –de momento– para mantener el equilibrio entre los socios políticos, en su conveniencia de apoyar a la legislatura. Nada se puede dar por sentado, pero todo apunta a lo que busca con la izquierda abertzale se reservará los acuerdos en Navarra, mientras que el PNV acabará con el monopolio de Holanda. Según las cifras, es probable que el PSE y sus lectores hayan releído su afecto por el lehendakaritzaEste es el lugar que rige los consejos de los departamentos judiciales y varios municipios.
El caso es que Alberto Núñez Feijóo plasmó ese malestar de un PNV que se sentía destruido. El líder del PP procedió en su fallida investigación bajo la premisa de que los penevistas estarían mejor niña en tus ojos hay uno más en la coalición frankenstein. Aunque el problema de no pactar en solitario es la evidente competencia de Vox en el equipo: el PNV también está atrapado por la competencia identitaria con Bildu, y además, por el hecho de que los herederos de proceso todavía no lo han descubierto. La prueba es que Aitor Esteban hizo malabares al Congreso, en relación a sus entendimientos con el PP, cuando Rajoy aplicó el artículo 155 en Cataluña en 2017.
Sin embargo, la pérdida de fuerza del PNV no tiene precedentes en la historia de la democracia española. El periodo del Plan Ibarretxe (2003-2004) mantuvo vínculos con el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. Intentar dividir las buenas etiquetas nacionalistas, frente a las malas nacionalistas, entre CiU y el grupo nacionalista de derechas, también ha servido a los gobiernos de turno para seguir siendo capaces de sus socios.
En consecuencia, el PNV no es tanto víctima de Sánchez como de lo mismo: está pagando ahora las consecuencias tardías de la moción de censura contra Rajoy en 2018. Al tumbar al Gobierno del PP, simplemente un cambio del que le permitirá Para evitar que el entendimiento florezca, los penetradores abren la puerta a la relación que entonces desarrolló el PSOE con otros socios, hasta entonces impensables, como fueron Podemos, ERC, Junts y también Bildu. El boomerán ha regresado a Sabin Extea, esta vez para recuperar su hegemonía. Deslealtad rara vez se vende gratis en política. Y ahora seré Feijóo, esperando, que los viajeros queden contentos con el frankensteiny diez vuelven al rojo de la derecha española.
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